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Nacer San Juan

Post-parto y relación de pareja. Un tema para hablar…

La llegada del primer hijo supone en la vida de toda pareja un gran y radical cambio. No importa que tan esperado o deseado sea ese bebé, su llegada pondrá en conflicto hasta a los más enamorados y apasionados compañeros.

Durante las primeras semanas las parejas de padres primerizos se enfrentan a un escenario diferente al que conocen. Ambos asumen un nuevo rol y las prioridades familiares se modifican por completo y para siempre. Hay una personita que necesita todas las atenciones 24/7 y es la mamá, en general, quien asume sus cuidados y protección. A veces esta dedicación absoluta al recién nacido provoca cierto distanciamiento en la pareja o, por lo menos, cierta confusión e incertidumbre por cómo serán las cosas de ahora en más.

Los primeros días del puerperio la mamá se siente cansada, transitar el último tramo del embarazo fue agotador, sumado al esfuerzo del parto y la recuperación posterior, más aún si fue un parto por cesárea. Las noches entrecortadas, la adaptación a la lactancia materna, los cambios de pañal, el cuidado del ombligo, los cólicos y una larga lista de etcéteras…

El padre por su parte vuelve a su ritmo de trabajo, sin dormir, jornadas completas que no terminan en su trabajo, sino que continúan en la casa. Hacer las compras en el super, poner el lavarropas, ordenar, preparar el almuerzo.

La mamá se siente frustrada, ya no trabaja ni va al gimnasio, no ve a sus amigas, no se siente atractiva y sobre ella recae la mayor responsabilidad en el cuidado del bebé.

El papá se siente solo, su hijo/a se adueño por completo de la atención de su pareja. Se siente impotente de verla a ella agotada y no poder reemplazarla ni amamantar y porque su bebé prefiere siempre estar cerquita de mamá. En ocasiones se aísla en su trabajo y alarga las jornadas para evitar las tensiones y tareas extra del hogar.

Así las cosas, crece entre ambos el estrés, las tensiones y el malhumor. Las discusiones por el cansancio se multiplican y el clima familiar se vuelve agobiante, escenario que no se parece en nada al que podíamos haber imaginado ni a las hermosas fotos que vemos de familias sonrientes y felices con sus bebés.

Para evitar esta circularidad negativa que en muchas ocasiones lleva al fracaso de la pareja y a pensar seriamente en la separación, ambos mamá y papá deben fortalecer el dialogo, mirarse y mirar al otro, empatizar con sus dificultades (las mamás siempre creemos que somos las únicas que lo pasamos mal), hacer acuerdos durante el embarazo sobre las actividades cotidianas y si se puede buscar una persona que ayude con las tareas domésticas, muchísimo mejor.

“Es un gran beneficio poder auto percibirse en la pareja como un equipo con roles definidos, podemos aprovechar el ratito que duerme el bebe y salir juntos a tender la ropa, o lavar los platos mientras tomamos un café. Hacer dormir al recién nacido siempre a la misma hora (o al menos intentarlo) y reservar un ratito para cenar juntos y charlar, son estrategias de gran ayuda para evitar que esta etapa tan deseada como familia se transforme en el comienzo del fin”.

Lic. Marta Hidalgo Aliaga. Terapeuta familiar. MP 664